El fantástico español está de moda y es normal que muchas producciones emergentes quieran entrar en esta inercia exitosa de cara a cosechar una aceptación previa favorable por parte del público. Paradójicamente, el hecho de entrar en la estela del fantástico español nubla el visionado del film y acaba jugando en su contra porque se esfuerza horrores en intentar parecer lo que no es, condicionando tanto la construcción de la película como la forma de contarla.
Antonio Chavarrías enfoca Dictado como una mezcla entre el thriller psicológico polanskiano y la cinta de terror con creepy child, lo que no deja de ser una opción razonablemente interesante porque el tema central de la película es la herencia del Mal, aunque justificada desde una perspectiva antropológica.
A través de un puñado de imágenes contundentes (la del padre con su hija en la bañera es especialmente sobrecogedora) dotadas de gran realismo, con el drama social como telón de fondo, Chavarrías convierte Dictado en un apasionante ensayo sobre como el peso del pasado y de la culpa materializan el cuerpo del monstruo, aunque los monstruos no son siempre lo que parecen.
Sin embargo, estructurar la película en los términos conocidos del cine de terror más convencional anula el factor sorpresa y el clima de intriga que Chavarrías intenta generar es impostado hasta el punto que la película queda reducida a un ejercicio de género competente pero falto de identidad que a pesar de todo se sostiene gracias a la naturalidad que transmite la magnífica pareja protagonista.
