Este es un blog de literatura, así que tendré que disculparme por anticipado para hablar del boom de las novelas gráficas. Es decir, del comic para adultos. Del arte secuencial. Hay muchas formas de llamarlo, pero más allá de etiquetas comerciales (que suelen asociarse más con el formato del libro que con su contenido) lo que me interesa es precisamente lo que las novelas gráficas tienen en común con las novelas a secas, con la literatura. Y es que cuentan historias.
Y algunas de ellas, cuentan historias maravillosamente bien.
Mi primer contacto con la novela gráfica fue “Blankets”, de Craig Thompson. Hasta aquel día yo no sabía que existían comics tan tochos y que presentaran personajes con los que me pudiera identificar y emocionar de una forma tan intensa. En realidad, la sensación de leer una novela gráfica se encuentra a medio camino entre la lectura de una novela y la visión de una película. Al menos, eso es lo que uno piensa al principio.
Luego comprendes que es otra cosa. Se trata, ni más ni menos, que la sensación de estar leyendo un buen cómic. Porque a quien considere el cómic un arte menor o un entretenimiento para niños, simplemente le diría que no ha sabido buscar en el lugar adecuado. Existen novelas gráficas para adultos de las más variadas temáticas, estilos, sensibilidades. Basta con vencer la barrera de los prejuicios que todos arrastramos desde “Mortadelo y Filemón” y acercarnos a una librería.
Sí, he dicho librería.
Cuando he empezado hablando del “boom” de la novela gráfica me refería justo a eso: ya no hace falta callejear en busca de tiendas para frikis ni rebuscar entre las revistas colgadas del quiosco. Las novelas gráficas se venden junto a “Macbeth” y “Cien años de soledad”. Y es justo que así sea.
Se trata de un fenómeno nuevo y tal vez una moda pasajera. Por eso os recomiendo que no lo dejéis pasar sin darle al menos una oportunidad.
Acercaos a las novelas gráficas sin complejo. Hojeadlas. Elegid la que más os intrigue.
Mientras tanto, yo os voy a recomendar algunas: Estafados, de Alex Robinson. Desayuno por la tarde, de Andi Watson. Lucille, de Ludovic Debeurme. Maus, de Art Spiegelman. El vecino, de Pepo Pérez y Santiago García. Persépolis, de Marjane Satrapi.