Louise Wateridge, oficial líder de Emergencias de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), ha sido una voz constante en medios internacionales, proporcionando descripciones conmovedoras de las espantosas condiciones que enfrenta la población de Gaza desde octubre de 2023. En un artículo exclusivo para Noticias ONU, Wateridge rinde homenaje a la valentía de sus colegas y la resiliencia de los habitantes de este territorio asediado.
«Mi equipo, mis amigos, son la razón por la que estoy donde estoy hoy», afirmó Wateridge, quien destacó que el artículo es un tributo tanto a ellos como a la Gaza que llegó a conocer antes de la devastación que ahora empaña su memoria.
Los primeros meses de la guerra han estado marcados por preocupantes audios de amigos que se despedían, conscientes de que podrían no sobrevivir a la noche. Uno de estos momentos quedó grabado en su mente: «Si no nos volvemos a encontrar, recuérdame. Recuerda a mi hijo». Este sufrimiento fue seguido por un silencio desgarrador, ya que la gente luchaba por sobrevivir mientras perdía contacto tanto con sus seres queridos como con el exterior, que buscaba desesperadamente noticias.
Wateridge recordó a Mohammed, cuyo infante, Sama, nació en un momento crítico rodeado de violencia. “Las ambulancias estaban desbordadas”, relató, y su relato se intensifica con la tragedia de la hija de su colega, Salma, quien fue asesinada por disparos israelíes cuando su familia intentaba huir de la violencia.
A medida que la situación se tornaba crítica, Wateridge mencionó el caso de Hussein, que había estado atrapado en una instalación de la ONU asediada, donde se reportaron disparos. Cuando lograron restablecer el contacto, él se encontraba enterrando a las víctimas, incluidas a dos niños.
El testimonio de Wateridge también abarca el devastador ataque sufrido por su colega Abdallah, quien fue gravemente herido mientras documentaba la situación. Su lucha por la vida fue angustiosa y durante un tiempo, su estado fue incierto. Finalmente, fue evacuado justo antes de cerrar el cruce de Rafah.
Como si no fuera suficiente, el caos recrudeció en mayo, cuando más de un millón de personas se vieron desplazadas en cuestión de días. Wateridge narró la historia de Jamal, quien siguió instrucciones de evacuación solo para morir esa misma noche en un ataque.
Ya en Rafah, Wateridge se encontró con Mohamed, quien albergaba un miedo profundo y angustiante. Los ecos de su desesperación y la brutalidad que vio a su alrededor quedaron reflejados en sus ojos. El horror extremo de un niño sin cabeza rescatado de una tienda de campaña incendiada subrayó la cruda realidad de la guerra.
“Los gritos de los niños quemándose vivos e indefensos todavía resuenan en su cabeza”, denunció Wateridge, al tiempo que instó a los lectores a no olvidar la situación crítica en la que viven más de dos millones de personas en Gaza, atrapadas en un ciclo de violencia sin fin.
La angustia de los habitantes de Gaza está marcada por la falta de necesidades básicas: comida, agua, atención médica y seguridad. Wateridge concluye con un potente grito de desesperación, recordando las celebraciones de cumpleaños que se vieron oscurecidas por el horror de la guerra, pero que todavía mantienen la esperanza de supervivencia elevada frente a la brutalidad que lo define.
Fuente: ONU últimas noticias