En tiempos de estrés constante y altas exigencias, la salud de la piel puede verse comprometida, dando lugar a lo que comúnmente se conoce como «cara de cortisol». Esta condición se caracteriza por la inflamación, aparición de granos, enrojecimiento y una notable pérdida de luminosidad. Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode, explica que el estrés lleva al organismo a liberar cortisol, una hormona que aunque necesaria para ciertas funciones, en exceso puede ocasionar estos efectos negativos en la piel.
El cortisol afecta directamente la función barrera de la piel, provocando que pierda agua y se vuelva más vulnerable, según explica Mireia Fernández, directora dermocosmética de Perricone MD. Este fenómeno no solo tiene implicaciones estéticas, sino que también es un reflejo de los procesos internos del cuerpo.
Para combatir los efectos adversos del estrés sobre la piel, expertos en el campo recomiendan incorporar ciertos ingredientes en las rutinas de cuidado facial. La niacinamida es destacada por Raquel González por su capacidad para disminuir el enrojecimiento y fortalecer la piel. Asimismo, el madecassoside es valorado por sus propiedades regenerativas y calmantes. Estefanía Nieto de Medik8 menciona que los derivados del cobre son efectivos por sus propiedades antiinflamatorias, favoreciendo la reparación cutánea.
No solo el cuidado tópico es relevante; el fortalecimiento de la barrera cutánea también se aborda desde dentro. Estefanía Nieto propone fórmulas con probióticos que ayudan a equilibrar la microbiota de la piel, mientras que Sole Urrutia enfatiza la importancia de consumir probióticos oralmente para potenciar estos beneficios.
Por otro lado, los adaptógenos como el maitake, shiitake y el hongo chaga son señalados por Isabel Reverte de Ambari como potentes agentes antiinflamatorios y antioxidantes.
Finalmente, la aromaterapia ofrece un refuerzo sensorial que no debe subestimarse. Aromatherapy Associates, en la voz de Bella Hurtado, recomienda el uso de aceites esenciales como el vetiver, el sándalo y la camomila, que no solo calman la piel sino que reducen la sensación de fatiga y stress.
En resumen, enfrentar la «cara de cortisol» implica un abordaje integral que combina ingredientes tópicos específicos, la incorporación de probióticos y adaptógenos en la dieta, y el uso de aceites esenciales, permitiendo restaurar la calma y vitalidad de la piel.