En el contexto empresarial actual, la rápida evolución de la inteligencia artificial (IA) ha generado inquietudes entre los líderes de distintas organizaciones, quienes temen que esta tecnología pueda desplazar su experiencia o hacerlos prescindibles. Esta percepción ha dado lugar a una notable brecha de conocimientos entre los perfiles directivos y los empleados de niveles intermedios o juniors, donde se evidencia un conocimiento más profundo sobre la IA en la base de la jerarquía. Esta desconexión no es meramente anecdótica; en realidad, tiene repercusiones directas en la innovación, competitividad y productividad de las empresas.
Según estudios recientes, un 62% de los trabajadores a nivel global ya está utilizando herramientas de IA generativa en sus tareas diarias, mientras que solo un 30% de los directivos se siente cómodo al tomar decisiones relacionadas con esta tecnología. Esta disparidad en la comprensión y la utilización de la IA está ralentizando su adopción efectiva en las empresas y obstaculiza el desarrollo de políticas y flujos de trabajo que se alineen con las nuevas capacidades demandadas por el mercado.
Juan Luis Moreno, Partner y Managing Director de The Valley Business & Tech School, advierte que los profesionales más jóvenes no esperan que sus líderes tengan todas las respuestas, pero sí buscan que estén dispuestos a aprender. En un entorno donde la tecnología cambia constantemente, el liderazgo efectivo ahora se basa en la humildad intelectual y en la voluntad de mantener una actualización continua de habilidades. Para cerrar esta brecha de conocimiento, se deben fomentar estructuras formativas sólidas que se adapten al ritmo del mercado.
Entre las recomendaciones ofrecidas por los expertos, se resalta la importancia de cultivar una cultura de aprendizaje transversal y continuo dentro de las organizaciones. Las universidades corporativas desempeñan un papel crucial al ofrecer itinerarios formativos que se alineen con los desafíos específicos de cada sector. Asimismo, se sugiere implementar programas de reskilling y upskilling, que integren la formación como parte del trabajo diario.
Además, los líderes deben convertirse en embajadores del conocimiento, utilizando estrategias como el reverse mentoring, donde empleados con mayores habilidades tecnológicas asesoran a los directivos. Esta práctica no solo ayuda a reducir la brecha generacional, sino que también mejora la cohesión en los equipos.
Otro aspecto relevante es la transición hacia un liderazgo fundamentado en datos, lo que implica que los líderes tengan la capacidad de interpretar análisis y métricas relevantes. Para facilitar este cambio cultural, es fundamental ofrecer programas formativos que combinen sesiones técnicas con talleres prácticos.
Finalmente, se hace hincapié en la necesidad de abordar la incorporación de tecnología sin perder el enfoque en las personas. Muchos líderes temen que la IA pueda reemplazar su experiencia. Es crucial superar esta barrera psicológica y reeducar a los directivos para que vean la IA como una herramienta que complementa la toma de decisiones humanas. Para lograr una adopción tecnológica sostenible, los programas formativos también deben incluir habilidades blandas como la gestión del cambio y la comunicación efectiva con equipos híbridos. De esta manera, las organizaciones podrán avanzar hacia un futuro donde la tecnología y el talento humano colaboren de manera armónica.