Un par de sueldos en un coñac

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Nos gusta vivir bien, nos gusta beber bien. Para muchos ambos conceptos son inseparables. En estos tiempos de crisis los grupos de amigos cada vez más deciden ubicar sus reuniones sociales en el propio hogar. Por ello, hay que estar  provistos de un mueble bar bien surtido. No queremos que el presidente de la empresa donde trabajamos nos pida una copa de una exótica bebida y tengamos que bajar corriendo a la licorería más cercana fingiendo que no tenemos tabaco. Por ello, tener una botella del coñac Luis XIII a mano se antoja imprescindible. Luis XIII además de ser un rey francés  y una pizza, también es un coñac.

Rémy Martin es la firma que se encarga de facturar estas botellas de lujo para los paladares más exquisitos. El nombre de este famoso coñac fue registrado por esta firma en 1874, pero ya llevaba muchas décadas destilándose. Para los nóveles en materia de coñacs conviene aclarar que esta bebida es un tipo de brandy procedente de la zona cercana a la ciudad francesa de Cognac. Se obtiene del vino de uva blanca de las cepas de esa región.

Para realizar esta exquisita bebida y que pueda tener un certificado de denominación de origen, el proceso debe seguir unos requisitos adecuados y controlados. De hecho, aunque popularmente en España se conoce como coñac al brandy, oficialmente solo la bebida procedente de esa zona francesa puede llevar el nombre “Cognac” en su etiqueta.

Y dentro de la diferente variedad de coñac, el más exclusivo es el Luis XIII. Su esmerado proceso de elaboración, su sabor, y por supuesto, la marca, hacen que sean botellas de alto precio. Algunas de las ediciones limitadas y más exclusivas pueden llegar a los 7000 euros. Aunque la botella “básica”, por llamarla de algún modo, ronda los 2000. Así que, no te olvides de tener un Luis XIII en casa. Nunca se sabe cuándo puede aparecer Emilio Botín en el umbral de tu puerta. ¿Y no pretenderás ofrecerle un brandy marca blanca? Mejor, una buena copa de Luis XIII.