Chatbots de IA: El Nuevo Confidente Digital de los Menores

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Los chatbots de IA, el nuevo 'confidente' digital de los menores

Los menores, especialmente durante la preadolescencia y adolescencia, están desarrollando vínculos emocionales con chatbots de inteligencia artificial (IA), a quienes consideran «amigos» debido a su constante disponibilidad y la falta de juicios. Expertos de Qustodio advierten que esta nueva forma de interacción digital puede aumentar el aislamiento y crear una percepción distorsionada de las relaciones humanas.

El auge de los chatbots ha transformado las interacciones tecnológicas, y en el caso de los jóvenes, estas interacciones están adquiriendo un carácter emocional significativo. Lo que comenzó como una herramienta para facilitar el acceso a la información ha evolucionado hacia un medio a través del cual algunos adolescentes encuentran consuelo, un espacio para desahogarse y un sentido de ser escuchados.

Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, señala que muchos adolescentes prefieren compartir sus emociones con un chatbot en lugar de con amigos o adultos, debido a la vergüenza o al miedo a reacciones negativas. Esta relación con la IA podría parecer auténtica, pero carece de la reciprocidad emocional que se encuentra en las amistades reales, lo que puede llevar a una visión distorsionada de la amistad y un descenso en el esfuerzo por establecer vínculos humanos genuinos.

Este fenómeno es particularmente relevante en la preadolescencia y adolescencia, etapas vulnerables en las que los menores comienzan a explorar el entorno digital de manera más independiente. De acuerdo con un estudio reciente de UNICEF, UNESCO y Kids Online Argentina, más de la mitad de los jóvenes de 9 a 17 años utilizan IA. Ben advierte que el uso de chatbots puede resultar atractivo debido a que no juzgan ni critican, haciendo que los jóvenes se sientan más cómodos al interactuar con ellos.

Para que los padres puedan identificar el uso problemático de esta tecnología, desde Qustodio sugieren prestar atención a señales como el aislamiento social, cambios en la conducta, reducción de interacciones con amigos y un aumento excesivo del tiempo frente a pantallas. En lugar de reaccionar con alarmismo, es crucial que los padres adopten una actitud comprensiva para abordar el problema desde la cercanía.

Además, es fundamental el acompañamiento activo y la educación emocional desde pequeña edad, enseñando a los niños a diferenciar entre las relaciones humanas y las interacciones con la tecnología. También se recomienda una supervisión digital mediante herramientas que permitan a las familias observar el uso que sus hijos hacen de la tecnología y las redes sociales.

Ben advierte que las repercusiones de estos lazos emocionales hacia la tecnología pueden tener un impacto significativo en la percepción de las emociones y relaciones humanas. En situaciones extremas, esta interacción puede normalizar comportamientos de riesgo si la información recibida no es adecuada o es malinterpretada. Por esta razón, el papel de las familias es esencial para fomentar el pensamiento crítico, la alfabetización digital y el desarrollo de habilidades sociales en sus hijos. Actuando como referentes, los padres pueden ayudar a los menores a aprender a gestionar la relación con la tecnología mientras priorizan las conexiones humanas reales.