Los devastadores terremotos ocurridos el pasado viernes en Myanmar han dejado un triste panorama, no solo por el alto número de víctimas y la destrucción generalizada, sino también por el aumento de las desigualdades de género que afecta a millones de mujeres y niñas en el país. Organismos de ayuda de la ONU han alertado sobre el creciente riesgo que enfrenta este grupo, que ya era vulnerable debido a años de conflicto, desplazamiento y crisis económica.
Con el arribo de la ayuda de emergencia, las mujeres y niñas de Myanmar se encuentran en un contexto aún más peligroso, expuestas a un aumento de la violencia de género y explotación. La coalición del Grupo de Trabajo sobre Género en la Acción Humanitaria, co-dirigida por ONU Mujeres y la Agencia de la ONU para la salud sexual y reproductiva (UNFPA), ha enfatizado que las niñas son particularmente susceptibles, especialmente si se encuentran separadas de sus familias o viviendo en refugios con escasa privacidad.
Ante la pérdida de cuidadores, es urgente emprender esfuerzos para identificar, proteger y reunir a los niños que han quedado no acompañados o separados de sus familias. Mientras tanto, la junta militar de Myanmar ha anunciado un alto el fuego temporal del 2 al 22 de abril, tras el anuncio de sus opositores armados, con el objetivo de facilitar las operaciones de rescate.
Con estimaciones que apuntan a que hasta 20 millones de personas se verán afectados por los terremotos, las mujeres y niñas representan una parte significativa de los 10 millones que ya necesitaban asistencia urgente antes de la catástrofe. Más de 100,000 mujeres embarazadas se encuentran atrapadas en la zona central del país, y 12,250 de ellas se espera que den a luz en abril. La destrucción de infraestructuras sanitarias y el daño en carreteras limitan el acceso a servicios de salud cruciales, poniendo en riesgo a estas mujeres.
Las agencias de la ONU subrayan que la crisis prolongada ya había causado un estrés mental significativo en las mujeres y niñas de Myanmar, y la situación actual únicamente ha agravado este problema. Los trabajadores humanitarios hacen hincapié en que las mujeres de las comunidades afectadas deben participar activamente en el diseño y ejecución de evaluaciones para asegurar que sus necesidades sean atendidas adecuadamente.
En este contexto, la necesidad de refugios seguros, acceso a agua potable y suficiente alimento es apremiante. Los refugios deben estar equipados con cerraduras y espacios privados, mientras que la iluminación adecuada en zonas críticas puede ayudar a reducir el riesgo de violencia. Se urge a la implicación de organizaciones dirigidas por mujeres en los esfuerzos de respuesta, aprovechando su conocimiento del contexto local y su conexión con las comunidades.
Sin embargo, se ha observado que la respuesta humanitaria enfrenta serias limitaciones debido a la escasez de fondos. Tom Fletcher, responsable de la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria de la ONU, ha hecho un llamado urgente para aumentar la financiación, destacando que el acceso a los sobrevivientes está gravemente limitado. A pesar de la asignación de 5 millones de dólares del Fondo Central de Respuesta a Emergencias de la ONU, la escasez de recursos y las interrupciones en comunicaciones han complicado aún más la situación.
La Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) ha movilizado 12 millones de dólares en fondos de emergencia que se están utilizando para proporcionar asistencia alimentaria, refugio, agua, atención sanitaria y apoyo en salud mental. “Estamos profundamente agradecidos a nuestros donantes por su rápido apoyo, que ha permitido esta respuesta rápida, y estamos listos para aumentar nuestra ayuda a medida que se determine el alcance total de los daños”, declaró Sara Netzer, directora de UNOPS en Myanmar.
Fuente: ONU últimas noticias
