La Bella de Moscú (Silk Stockings) – El Encanto Musical de la Época Dorada

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«La Bella de Moscú», conocida en inglés como «Silk Stockings», es una espléndida representación del talento y el carisma de la época dorada de Hollywood. Lanzada en 1957, es una adaptación musical y una reinvención de la película «NINOTCHKA» de 1939, que puso en el centro de atención a la legendaria Greta Garbo, con su contagiosa risa que encantó al mundo entero.

La historia nos lleva a París, un crisol de arte, música y cultura, y nos presenta a una estricta agente soviética que es enviada en una misión para convencer a un talentoso compositor ruso de regresar a su patria. Sin embargo, la bulliciosa vida parisina y la figura carismática del productor Steve Canfield, interpretado por el inigualable Fred Astaire, la hacen reconsiderar su vida y sus decisiones.

La dirección de Rouben Mamoulian, combinada con la ingeniosa narrativa de Abe Burrows y Leonard Gershe, crea una película que es tanto una delicia visual como un festín musical. Las melodías icónicas de Cole Porter, fusionadas con las deslumbrantes coreografías de Hermes Pan, hacen que cada escena musical sea inolvidable. Canciones como «All of you», «Paris is for lovers» y «Stereofonic sound» se quedan en la mente del espectador mucho después de que termina la película.

Pero lo que realmente destaca en «La Bella de Moscú» es la inigualable pareja en pantalla: Cyd Charisse y Fred Astaire. Charisse, con su gracia y destreza en el baile, y Astaire, cuyo legado como uno de los mejores bailarines de Hollywood es indiscutible, hacen que cada número musical sea un espectáculo en sí mismo. Su química es innegable y juntos llevan el baile a nuevos niveles de perfección.

Es difícil no mencionar la icónica interpretación de Astaire de «Cheek to cheek», aunque pertenezca a otra película, porque encapsula la magia y el encanto que él aportó a la industria del cine. «La Bella de Moscú» es una de sus obras maestras, y aunque sería uno de sus últimos musicales, el encanto de Astaire y Charisse perdura, convirtiéndola en una película que debe ser vista por generaciones futuras.

En resumen, «La Bella de Moscú» es una joya del cine clásico, una fusión perfecta de música, danza y narrativa, que celebra el amor, la libertad y la magia del cine. Es una obra maestra que sigue brillando, décadas después de su lanzamiento inicial.

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