Hoy me he despertado con este artículo sobre los Goya del periodista de La Gaceta, Santiago Mata, que titula “catalanismo y lobby gay arrasan A los Goya” y en el que podemos leer perlas como “la Academia de Cine se ha formado un frente catalanista en los últimos años, des-gracias a la entrada a mansalva de técnicos y actores de dicha procedencia”, “se premió a Agustí Villaronga por el hecho de ser homosexual” o “con ser de izquierdas no basta si eres español, que para eso habría ganado como documental Ciudadano Negrín, y de nuevo fue para el halago de Pasqual Maragall”, entre otras.
Como ya comenté yo mismo en este blog, en efecto los Goya de este año estaban muy marcados por temas ajenos al propio cine, como la ley Sinde, la dimisión de Álex de la Iglesia o la Guerra Civil interna de la Academia (por ejemplo entre el propio Álex e Icíar Bollaín). Todo el mundo sabía que, no sin méritos, Pa Negre era la apuesta de la concordia, la políticamente correcta y la de quedar bien con todo el mundo, sobretodo con el pueblo catalán, por un lado pionero desde hace ya varios años en la industria del cine español, pero por otro lado con un sentimiento independentista creciente que muchos ven como una amenaza para España.
Normalmente me cabrearía y soltaría un chorro de blasfemias contra el Sr. Mata, pero si leéis el texto con un poco de sentido común veréis que el artículo de marras está escrito desde el odio y la frustración de un español que no me extrañaría que besara la foto de Aznar antes de irse a dormir. Supongo que le quema por dentro que una película catalana, hablada en catalán porque, ojo, en Catalunya despreciamos el castellano, haya arrollado de esta forma tan avasalladora y que incluso yo, un catalán, creo que desproporcionada y no acorde con la realidad artística que había sobre el tablero.
Podemos hablar de polémicas y hacer suspicacias entorno a las decisiones de los académicos, muchos de ellos sí, catalanes (¿a caso hay que poner una ley de paridad entre catalanes y españoles también?), y hablar de votos de castigo en vez de buscar señas ideológicas donde no las hay. Que Juan Carlos Adubiri (que no Adubiride) y el documental Ciudadano Negrín tenían que haber ganado el Goya en lugar de Francesc Colomer y Bicicleta, cullera, poma respectivamente debería ser una opinión personal y legítima, no una grave acusación demagógica, que es como lo ha planteado Mata en sus líneas.
Hablar del enfado de Bollaín y De la Iglesia por la victoria de Pa Negre como un canto al nacionalismo catalán es ridículo, y lo de los galardones a Mariscal y Agustí Villaronga por gays ya es arrojar la vergüenza por el balcón y cubrirse de gloria.
Siento asco y pena por esta gente que tiene que sacar a relucir su odio y su miedo con cualquier excusa, en el caso de Santiago Mata fingiendo que habla de cine. Por suerte el cine está por encima de estas rencillas políticas, se lo puede permitir porque es arte, ficción, y me gusta pensar que la gente del mundillo lo entiende como tal.
Si bajamos a la realidad ya es otra cosa, aquí si que vemos a una Catalunya a la que se le acaba la paciencia y a un grupo de españoles que sólo quiere girar la cabeza y mirar hacia los tiempos de Franco, que son tan hipócritas que odian Catalunya por lo que es, pero que la quieren por el dinero que proporciona al Estado, ¡y encima diciendo que se nos favorece! Esto es cenar tocino y tirarse sacarina en el café, señores, es de ser inútiles. No obstante, como veis, esto ya es otro tema, así que el que quiera hablar de ello, al menos que tenga la delicadeza de dejar el cine en paz, que ni en España ni en Catalunya somos imbéciles y todos sabemos que 9 Goyas no aplacarán a nadie.
