En la actualidad, se estima que el mundo no reconoce más de 12.500 millones de horas de trabajo «apenas visible» desempeñado por mujeres. Estas trabajadoras, que suelen ser abuelas, madres e hijas, dedican su tiempo a cuidar de niños, atender a familiares enfermos y ofrecer apoyo a personas mayores. Con frecuencia, estas mujeres renuncian a empleos formales bien remunerados para asumir esta vital labor de cuidados.
Meredith Cortés Bravo, fundadora de una organización de base en Chile, señala que el sistema actual está diseñado como si las mujeres no realizaran este tipo de trabajo, lo que a menudo las obliga a decidir entre criar hijos o mantener un empleo. No obstante, en América Latina se observa un cambio, aunque sea gradual: está surgiendo una «revolución del cuidado» que demanda a gobiernos y empleadores el reconocimiento, la protección y el financiamiento de estas labores.
María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, afirma que el cuidado es esencial para cada familia y comunidad, y enfatiza que la revolución consiste en visibilizar, valorar e invertir en estas actividades. A pesar de que solo el 18% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están encaminados para 2030, la igualdad de género sigue siendo el más rezagado, con leyes discriminatorias y normas de género persistentes.
Durante la pandemia de COVID-19, América Latina enfrentó una crisis de cuidados que obligó a la sociedad a reconocer la importancia de este trabajo, que sostiene la economía aunque a menudo permanece invisible y desfinanciado. En respuesta, varios países de la región están rediseñando sus economías de cuidados, poniendo estas cuestiones en el centro de las políticas públicas. Chile, por ejemplo, ha implementado uno de los sistemas de cuidados más ambiciosos, ofreciendo servicios en 151 municipios y buscando alcanzar a 75.000 personas en los próximos años.
Además, México y Perú han adoptado enfoques basados en los derechos humanos para considerar el cuidado como un derecho esencial. Aideé Zamorano González, de la organización Mamá Godin en México, subraya que es fundamental que los empleadores implementen políticas que apoyen a las trabajadoras, permitiéndoles equilibrar sus responsabilidades laborales y de cuidado.
El reconocimiento y el financiamiento de las labores de cuidado no solo benefician a quienes lo realizan, sino que también pueden fomentar el crecimiento económico de las sociedades. Según ONU Mujeres, los sistemas de cuidado en Chile y Colombia han contribuido significativamente a sus PIB nacionales.
Vaeza sostiene que el progreso en América Latina puede servir de modelo para otras regiones del mundo. Esta revolución no solo es una cuestión de justicia social, sino también una inversión estratégica para la igualdad de género y el desarrollo sostenible. A medida que avanza esta transformación, el empoderamiento económico de las mujeres emerge como un medio crucial para proteger sus derechos y asegurar su autonomía.
Fuente: ONU últimas noticias