La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó el martes un diagnóstico preocupante sobre el futuro económico de la región, dibujando un escenario de bajo dinamismo persistente que podría traducirse en cuatro años consecutivos de expansión débil. Según el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2025, se proyecta que la región crecerá un 2,4% en 2025 y apenas un 2,3% en 2026. Estas cifras significan un promedio anual de solo 2,3% desde 2023, un ritmo insuficiente para lograr una reducción significativa de la pobreza y la desigualdad.
«Estamos transitando una senda de bajo crecimiento», advirtió la CEPAL, destacando que los dos pilares clave que han sostenido la actividad económica en años recientes empiezan a debilitarse. Por un lado, el consumo privado, que representa más de la mitad del crecimiento regional, se está desacelerando debido a un mercado laboral menos dinámico. Por otro lado, la demanda externa también muestra signos de flaqueza.
El informe presenta un mapa regional con trayectorias divergentes. América del Sur se perfila como la subregión de mayor crecimiento en 2025, con un 2,9% gracias a la recuperación de economías como la de Argentina, Bolivia y Ecuador, aunque se espera una desaceleración al 2,4% para 2026. Centroamérica, en cambio, crecería un 2,6% este año, afectada por una menor demanda desde Estados Unidos, con una leve mejora a 3,0% en 2026, pero expuesta a riesgos como la volatilidad de las remesas y el cambio climático. En el Caribe, aunque las cifras de crecimiento son las más altas, con un 5,5% en 2025 y 8,2% en 2026, esta situación es engañosa, ya que está impulsada principalmente por el boom petrolero de Guyana y la normalización del turismo postpandemia, ocultando la alta vulnerabilidad de estas economías a los desastres naturales.
La CEPAL prevé que el modesto crecimiento esperado para 2026 enfrenta numerosos riesgos. Externamente, dependerá del ritmo de la economía global, la política monetaria de Estados Unidos y la posible volatilidad en los flujos de financiamiento e inversión hacia la región. Internamente, las amenazas son igual de significativas, como la calidad del empleo y su efecto en los ingresos de los hogares, el peso de la deuda en muchos países, y la constante amenaza de desastres naturales, exacerbados por la crisis climática.
Ante esta situación, la CEPAL no se limita a realizar un diagnóstico, sino que hace un llamado urgente a ampliar el espacio de la política macroeconómica y fomentar políticas de desarrollo productivo más ambiciosas. José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo del organismo, enfatizó la necesidad de salir de la trampa de baja capacidad para crecer mediante la implementación de políticas que mobilicen más recursos hacia la innovación, la diversificación económica y la creación de empleos de calidad.
El mensaje final de la institución subraya que en un mundo marcado por la fragmentación geoeconómica y la revolución tecnológica, América Latina no puede conformarse con un crecimiento débil. La receta propuesta por la CEPAL incluye una combinación audaz de políticas que promuevan la transformación productiva, con el objetivo de construir una región más resiliente, inclusiva y, finalmente, más próspera.
Fuente: ONU últimas noticias





