Siempre que un entrenador es ratificado por el presidente de su club, el técnico tiene que echarse a temblar porque la opción de destituirse está en la cabeza del máximo mandatario, porque después de estas palabras siempre llega otras que es la que el míster se va al paro y no se queda con cara de tonto.
En este caso estoy hablando de Javier Aguirre, ya que el técnico mexicano del Atlético de Madrid fue ratificado por Cerezo el pasado miércoles, después de que su equipo consiguiera sacar un empate del partido de Champions que el enfrentaba al Liverpool, teniendo en cuenta que había perdido los tres partidos anteriores y había dejado un equipo que aspiraba a la liga a como mucho la UEFA.
Sinceramente no sé que hubiera pasado si el Atlético de Madrid hubiera caído en el Madrigal después de ponerse con un 0-2 en el marcador y parecer que el partido estaba dominado, hasta que un «descerebrado» Éver Banega que fue a un lugar donde no era el suyo a dar una patada sin sentido y encima con una amarilla, así que lo expulsaron y dejó a su equipo en las «manos» de los amarillos, aunque al final con un gran Simao consiguieron sacar un punto y salvar la cabeza de su entrenador.
