Vila-Matas entre la realidad y la ficción

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En esta búsqueda que es la Literatura, me gusta encontrar escritores mal llamados raros, bien porque son difíciles de leer, bien porque no encaran la escritura como el simple hecho de contar una historia que atrape al lector desde la primera hasta la última página.

Diversificar las lecturas es algo que encuentro necesario y saludable y de lo que he aprendido siempre, o mejor dicho, lo que en realidad me ha enseñado al no haber tenido oportunidad de estudiar nada relacionado con la Literatura.

¿Por qué Enrique Vila-Matas?, un escritor alabado y criticado. Precisamente por eso y a pesar de eso. Aunque traducido a 29 idiomas y escritor de culto en muchos países, a mi me atrajo por su escritura. Es un escritor que escribe sobre literatura como si fuera la vida; su vida, pero también la de otras personalidades que en el camino se inventa y que va entrelazando con los autores que a él le dicen “algo” y a los que gusta emular.

Si en su libro París no se acaba nunca se instala en esta maravillosa ciudad, en el apartamento de Marguerite Duras, para escribir su primera novela tratando de imitar la vida bohemia del escritor principiante Hemingway.

En Dr. Pasavento lo que le mueve es pasar desapercibido. A la manera de Robert Walser, un escritor admirado por él. Este libro es toda una estrategia para conseguir desaparecer o, como él mismo dice, para reafirmarse.

Sin embargo, lo que en un principio puede parecer un simple capricho o quizás la descripción irónica y perfecta del vacío idealizado, es sin embargo algo más profundo. Como dice Vila-Matas en Dr. Pasavento, le interesa el escritor Robert Walser porque:

“Da igual si él fue como quiero verle yo. El hecho es que él, aparte de ser un maestro en el arte de la desaparición, da la impresión de haber sabido ver antes que muchos hacia donde evolucionaría la distancia entre Estado e individuo, máquina de poder y persona. Me gusta en Walser su ironía secreta y su prematura intuición de que la estupidez iba a ir avanzando ya imparable en el mundo occidental. En este sentido yo creo que él, tal vez sin saberlo, dio un paso más, facilitó a Kafka la descripción del núcleo del problema, que no es otro que la situación de absoluta imposibilidad del individuo frente a la máquina devastadora del poder. Me gusta en Walser, por otra parte, su heroico afán de librase de la conciencia, de Dios, del pensamiento, de él mismo”.

Leer a Vila-Matas es viajar con autores diversos y por ciudades distintas. Y aunque, a veces, su lectura se enrede en lo cotidiano o divague como él mismo nos advierte al principio de Dr. Pasavento: “La divagación o digresión, quiérase o no, es una estrategia perfecta para aplazar la conclusión, una multiplicación del tiempo en el interior de la obra, una fuga perpetua”, no deja de ser una lectura interesante.

Una lectura que no deja indiferente, que conduce a la búsqueda de esos autores citados y al estudio de los mismos. En definitiva un viaje por la Literatura y una de las formas de conquista del conocimiento.