Aragón es una de las Comunidades Autónomas españolas que más suele sorprender a los visitantes. A lo largo de toda su extensión, uno puede perderse en la naturaleza o descubrir pueblos donde parece que el tiempo no ha pasado por ello. Un lugar único que todo el mundo debería conocer. Por este motivo, hoy queremos hacer un repaso por los diez lugares imprescindibles que os permitirán tener una visión de esta tierra encantadora.
Albarracín, la piedra roja
Puede ser vista como un cuento medieval o un espejismo romántico diseñado por un artista amante de las buenas proporciones. Sus tonos en todas la gama del sepia contratan con el gris y el verde que aportan los pinos y enebros de la serranía. Su entramado urbano está lleno de recovecos y encanto con escalinatas, pasadizos, y aleros que casi se tocan. Su deterioro se ha visto frenado gracias a los esfuerzos de la Fundación Santa María de Albarracín, que tiene como objetivo la restauración de todos los edificios del lugar. Destacan las calles empinadas, entre las que se encuentra la plaza Mayor. En ella está el ayuntamiento, desde el que se abre un impresionante mirador sobre el río Guadalaviar. Albarracín fue declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1961, forma parte de los Pueblos más Bonitos de España y está propuesta a la UNESCO para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
Canfranc, una estación con mucha historia
Hace mucho tiempo, fue un paso clandestino de judíos que huían de los nazis, pero hoy es un bello lugar casi olvidado por donde pasan esquiadores camino de Astún y Candanchú. La estación de Canfranc, a los pies de los Pirineos se proyectó cuando a mediados del siglo XIX surge la idea de unir Francia y España a través de una línea de ferrocarril. Tras varios años en construcción, el proyecto se materializa con la inauguración de la línea y la Estación Internacional de Canfranc en 1928. Desde entonces, el emblemático edificio que sigue modelos de la arquitectura palacial francesa del siglo XIX, declarado Bien de Interés Cultural, ha vivido épocas de gran relevancia y grandes protagonistas han influido en su historia. Hoy está muy avanzado el proyecto para la reapertura de la línea internacional del Canfranc.
Huesca, puerta de entrada a la nieve
A los que les guste esquiar, Aragón es el mejor destino de nieve en España. Cuenta con seis estaciones de esquí donde se pueden practicar diversas modalidades de este deporte. Se pueden definir como verdaderos parques de ocio en torno a la montaña con cientos de posibilidades para la práctica del deporte y la diversión. Y Huesca es la puerta de entrada para todas ellas, aunque también la provincia de Teruel es un sitio único para la práctica y el disfrute de los deportes y las actividades en nieve. A la proximidad de Huesca a los Pirineos se une su carácter monumental y de servicios. Protagonista de una historia de más de dos mil años de antigüedad, el Coso, límite de las antiguas murallas medievales, marca un interesante entramado urbano. Su casco antiguo está dominado por dos joyas arquitectónicas: la catedral gótica y la iglesia de San Pedro el Viejo, románica.
Jaca, animada en cualquier época
Esta ciudad es conocida como la «perla del Pirineo» y es ideal para ser visitada en cualquier época del año. A su cercanía a los centros invernales de Astún y Candanchú se añade un entorno de gran belleza paisajística y un rico patrimonio monumental del que sobresale su catedral románica. Fue una de las primeras de este estilo construidas en la península, a finales del siglo XI. Cuenta con un extraordinario Museo Diocesano que exhibe una de las mejores colecciones de pintura y escultura medieval del mundo. También es una ciudad de paso de peregrinos, pudiendo seguir la primera etapa del Camino de Santiago que va de Candanchú a Jaca, así como la segunda etapa jacobea que discurre entre Jaca y Arrés.
Maestrazgo, paisaje inhabitado
Con apenas 3.700 habitantes que se dispersan en este hoy despoblado territorio pero que fue próspero y habitado, el Maestrazgo es depositario de un notable legado histórico y de un rico patrimonio arquitectónico y cultural que le confiere identidad propia. Una tierra dominada por la naturaleza más abrupta y salvaje, donde el tiempo transcurre con calma. Buen ejemplo de ello es Mirambel, premio “Europa Nostra” por la restauración de su casco y Bien de Interés Cultural. Los pueblos y villas del Maestrazgo se encaraman en un terreno de agreste orografía, donde se suceden sierras vigorosas y escabrosos barrancos, recias muelas y vegas estrechas y feraces, en su mayor parte surcadas por la red fluvial del Guadalope y sus afluentes. Se puede decir, que esta región mira con confianza a su futuro conscientes de su valioso patrimonio natural y de su legado histórico cultural
Ordesa y Monte Perdido, lo que no hay que perderse
Hasta que no se conoce este lugar, no se sabe lo que es de verdad el Pirineo. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido incluye un conjunto de cuatro valles (Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta) que se extienden como brazos alrededor del Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto de Europa. El valle de Ordesa es el alma del parque. Recorrer sus senderos, fundiéndote con el entorno, es una experiencia que se quedará en el recuerdo para siempre. Cualquier época del año presenta sus matices diferentes, no hay que perderse maravillas como el Tozal del Mallo, la Cascada del Estrecho, las Gradas de Soaso y el Bosque de las Hayas. Son infinitas las excursiones y ascensiones que se pueden realizar en este valle.
San Juan de la Peña al abrigo de la roca
En pleno Pirineo Aragonés, nos encontramos el espacio del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, donde destaca el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la época medieval. Las edificaciones conservadas, tan sólo una parte de las que existieron, son excelentes testimonios de las sucesivas formas artísticas en las diversas épocas en que este singular centro tuvo vida. El conjunto histórico-artístico de San Juan de la Peña se completa con el Monasterio Nuevo, del siglo XVII, y con las iglesias de San Caprasio y de Santa María en la cercana localidad de Santa Cruz de la Serós, ambas también del periodo románico.
Teruel: mudéjar, modernista y amante
La ciudad de Teruel, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, representa el mejor conjunto mudéjar del mundo. Paseando por su casco urbano, se pueden contemplar las torres de San Martín, El Salvador y San Pedro, tan hermosas como la torre de la catedral de Santa María. El Acueducto de los Arcos está considerado como una de las obras de ingeniería más relevantes del Renacimiento español. También se puede disfrutar del Modernismo en diversos edificios de la emblemática plaza del Torico. Muy cerca, descansan los restos de los Amantes de Teruel, cuya trágica y romántica historia se recrea en febrero en una singular fiesta.
Vino de Cariñena, y mucho más
Cariñena está situada en el comienzo del famoso paseo del Vino y también llamado del Centenario. El recorrido puede comenzar en el Portal del Centenario, lugar de referencia para Cariñena, ya que en 1909 Alfonso XIII otorgó el título de Ciudad a Cariñena, por su importancia histórica y su lucha contra la plaga de la filoxera que azotó al viñedo europeo. Buen lugar para conocer la historia de la Denominación de Origen y de la localidad. Es recomendable dedicar un tiempo a la Plaza España de Cariñena.
Zaragoza, punto de encuentro
En este listado no podía faltar la capital de la región. Situada a orillas del río Ebro. Una ciudad con más de 2000 años de historia, calles donde han vivido romanos, musulmanes, judíos y cristiano. De esta forma, es posible encontrarse ruinas de la civilización romana como el Circo; el Palacio de la Aljafería; iglesias de estilo mudéjar, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; joyas del barroco como la basílica del Pilar; la obra del genial Francisco de Goya… Pasear por Zaragoza es toda una tradición y un lujo al alcance de todos. Solo hay que vestirse con ropa cómoda y recorrer sus calles, porque la ciudad, de distancias relativamente cortas, es una continua invitación al paseo gracias a sus bulevares, avenidas y zonas peatonales. Es, además, la mejor manera de admirar su patrimonio monumental.
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