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Un guión de cine, ¿es literatura?

Un guión de cine, ¿es literatura? 3

Hace unos diez años Manuel Rivas decía hay un nuevo idilio entre cine y literatura”. Hoy día cada vez se adaptan más obras de literatura a la gran pantalla, lo comprobaremos en la próxima gala de los Goya.

Cuando una obra literaria es adaptada al cine ¿tiene el autor la última palabra? Parece que no por las opiniones y controversia que rodean estas cuestiones.

Álex de la Iglesia cree que la regla número uno es no hablar con el escritor: «Al principio sientes veneración por la obra y te obsesionas con ser fiel, pero en una segunda fase le tienes que perder el respeto y tener la libertad necesaria para hacer la película como si no existiera la novela», asegura.

Elvira Lindo dice que “es más difícil adaptar una novela que escribir un guión original”. Lindo habla en su doble calidad de guionista y de autora cuyas obras han sido llevadas al cine. Ángeles González-Sinde lo ha hecho con Una palabra tuya, que compite con Los crímenes de Oxford por el Goya al guión adaptado.

González-Sinde cree que a lo que hay que ser fiel cuando se lleva una novela al cine es, no tanto, a los acontecimientos como a las posiciones morales, a la forma de ver el mundo de los personajes. «Pero llega un momento en que tienes que guardar la novela en un cajón porque las herramientas de la literatura son tan opuestas a las del cine que puede ser mala consejera».

Imma Turbau, cuya primera novela, El juego del ahorcado, ha sido llevada al cine por Manuel Gómez Pereira, con guión de éste y de Salvador García Ruiz, se ha cuidado desde el principio. «La negociación la llevó mi agente, Balcells, y duró como un año. El contrato de cesión de derechos tiene 17 páginas e incluye hasta cláusulas como el porcentaje que me llevaría en caso de versión americana»

Javier Marías y los Querejeta (Elías como productor y su hija Gracia como directora), mantuvieron una agria disputa en la pasada década por El último viaje de Robert Rylands, una película inspirada en la novela de Marías Todas las almas. El escritor les denunció por incumplimiento de contrato y los tribunales le dieron la razón en 1998 porque no se le garantizó «el respeto de la adaptación cinematográfica al espíritu de la obra». Hoy, el escritor defiende que él había firmado un contrato para la adaptación de la novela entera, «no de una página o incluso una frase». Desde entonces, ha rechazado las ofertas de llevar al cine otras obras suyas, como Mañana en la batalla piensa en mí o Corazón tan blanco.

Antonio Muñoz Molina que ha visto varias obras suyas adaptadas al cine: El invierno en Lisboa, Beltenebros, Plenilunio… afirma «No hay nada intrínsecamente difícil en adaptar novelas al cine. John Huston, uno de los grandes, hizo excelentes adaptaciones en Los muertos, La jungla de asfalto o El tesoro de Sierra Madre, por ejemplo. Hay que tener talento para hacerlo. El problema en el cine español es la obsesión de los directores por ser autores. Hay pocas personas con capacidad para dirigir y para escribir al tiempo».

Vicente Aranda añade rotundo «Si el contrato con el autor dice que tiene que revisar lo que yo hago, no me interesa. Yo tengo que tener la libertad de hacer mi interpretación y ésa es la que voy a contar». En La pasión turca, de Antonio Gala, Aranda consideró que la protagonista no tenía por qué suicidarse al final. Sin embargo, el autor insistía que en que era, como había escrito, inevitable. «Así que rodé dos finales, que son los que se pueden ver en DVD y en televisión cuando se pasa la película. No sólo eso. Gala calificó el guión de «árbol sin hojas». «Pero es que un guión no es literatura», replica Aranda. «Es otra cosa, son telegramas enviados a técnicos y actores”

David Planell, que acaba de terminar su primer largo, La vergüenza, y trabaja en la adaptación de Un burka por amor, de Reyes Monforte, cree que el respeto a la literatura puede ser inútil para hacer una película: «Hay que ser respetuosos con la filosofía de la historia, pero a veces la estructura de la novela o el tratamiento de los personajes son inoperantes en cine».

Detractores de las adaptaciones ha habido siempre tanto entre los cineastas como entre los novelistas. Pero lo que parece claro es que ambos mundos comparten el mismo «humus, el estiércol, el abono literario», como dice Rivas. Y una idéntica y pura pretensión: la de contar historias.

Rafael Azcona, uno de los mejores guionistas del cine español en contestaba en una entrevista a la pregunta:

¿Qué diferencia hay entre escribir un guión original y adaptar una obra literaria para el cine?

«Sólo veo una: en el guión original hay que inventar la historia y crear a los personajes, y en la adaptación esto te lo regala el autor de la novela o de la obra de teatro; quizá por eso me produce cierta estupefacción que alguien compre los derechos de una obra para luego hacer otra cosa».

Pero nadie mejor que Billy Wilder para explicar con una frase el abismo entre un proceso creativo y otro: «Escribir una película es lo mismo que jugar al ajedrez, escribir una novela es lo mismo que hacer solitarios».

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