En una reveladora muestra de cómo la vigilancia policial ha invadido las libertades personales, se ha descubierto que una oficina del sheriff en Texas realizó una búsqueda de datos en más de 83,000 cámaras de lectores automáticos de matrículas (ALPR) para localizar a una mujer sospechosa de haberse practicado un aborto en casa. El agente revisó 6,809 redes de cámaras mantenidas por la empresa de tecnología de vigilancia Flock Safety, incluyendo estados donde el acceso al aborto está protegido por la ley, como Washington e Illinois. El registro de búsqueda especificaba claramente el motivo: «tenía un aborto, búsqueda de mujer».
Desde la decisión de la Corte Suprema de EE. UU. en 2022 que anuló Roe v. Wade, los estados han recibido amplios poderes para prohibir e incluso criminalizar el aborto. En Texas, donde se encuentra la oficina policial involucrada, el aborto está casi completamente prohibido. En contraste, en Washington e Illinois, donde se localizan muchas de las cámaras, el aborto permanece como un derecho fundamental protegido hasta la viabilidad fetal.
Este nuevo contexto legal ha permitido que las fuerzas del orden utilicen prácticamente cualquier forma de datos —como matrículas, registros telefónicos y datos de geolocalización— para perseguir individuos a través de las fronteras estatales. A pesar de que más de 1,800 agencias han implementado ALPRs, al menos 4,000 están habilitadas para ejecutar búsquedas a través de algunas de las agencias en la red de Flock. Este acceso casi sin restricciones ha conducido a una falta de supervisión y estándares sobre cómo se accede a los datos.
Mientras que esta búsqueda en particular mencionó explícitamente un aborto, muchas otras en los registros auditados simplemente listan «investigación» como la razón para la búsqueda de la matrícula, lo que hace que otras búsquedas dirigidas a personas involucradas en abortos puedan quedar completamente invisibles.
Este caso resalta una creciente preocupación: la infraestructura de vigilancia masiva—originalmente concebida como una herramienta para rastrear autos robados o personas desaparecidas—está siendo utilizada para señalar a quienes buscan atención sanitaria reproductiva. El acceso sin supervisión que permite a las fuerzas del orden vigilar a individuos a través de estados desdibuja la línea entre «protección» y persecución.
El uso de tecnología ALPR también ha levantado alarmas sobre cómo las investigaciones a menudo comienzan. Un informe reveló que alrededor de un cuarto de los casos de aborto espontáneo autogestionado fueron denunciados a las autoridades por conocidos de las víctimas, lo que significa que un consejo puede escalar rápidamente a la caza nacional de una persona.
La intersección entre tecnología de vigilancia y legislación sobre el aborto plantea consideraciones cruciales sobre la privacidad y los derechos individuales. Con este tipo de vigilancia cruzando líneas estatales y llevando riesgos significativos a la vida de las personas, es imperativo que se tomen medidas decisivas. Los legisladores que apoyan los derechos reproductivos deben reconocer que el acceso al aborto y la vigilancia masiva son incompatibles. Las herramientas originalmente diseñadas para la seguridad pública se han transformado en mecanismos para hacer cumplir leyes altamente controvertidas. Es hora de que se implementen leyes estatales robustas que limiten el intercambio de datos y garanticen la supervisión adecuada de sistemas de vigilancia.
Fuente: EFF.org