Después de las dos deplorables entregas de Aliens vs. Predator, Predators recupera con bastante fortuna la dignidad de este monstruo alienígena. El enorme acierto de esta nueva entrega es cortar por lo sano y volver a las raíces que convirtieron a Depredador y Depredador 2 en dos clásicos de las monster movies. De hecho, la sensación es que Predators es una especie de recopilación de toda la saga que tiene al Predator como protagonista.
El problema de base es que conocemos al monstruo, sabemos lo que hace, cómo lo hace y ya no estamos en los 80, cuando esta fórmula era ideal para una cinta de acción con salsa de cruda violencia y guarnición de terror. En definitiva, que el Predator es un ser comatoso pidiendo «a gritos» que lo desconecten y lo dejen morir de una vez.
Por esto el resultado obtenido con Predators es esencialmente contradictorio. Nimród Antal, quizá inteligentemente, juega con lo existente y se olvida de innovar, pues el planeta alienígena como coto de caza no deja de ser una jungla como la de la primera parte, y el grupillo de mercenarios no es otra cosa que una versión 2.0 del escuadrón militar que lideraba Schwarzenegger.
Hay que decir, no obstante, que el colorido que aportan los personajes es una de las grandes cualidades de la película. A pesar de ser completamente llanos y algunos de ellos incluso intrascendentes, demuestran un gran magnetismo y presencia escénica; con especial mención para Adrien Brody, que borda su papel más anacrónico, y para Topher Grace en su papel de «no sé qué coño pinto yo aquí».
Salvando el casting, pues, lo demás que ofrece Predators está completamente falta de sorpresa. Uno puede preguntarse hasta qué punto es interesante la primera media hora de creación de atmosfera de peligro y proceso de descubrimiento, ya que el público sabe de sobras la que se avecina.
Incluso la parte final titubea por acercarse más al rollo AVP, con acción descarada propia de la serie B (aun estoy flipando con el Predator yakuza) y recuperando las trampas caseras con el fornido cuerpo Brody cubierto de barro al estilo Schwarzenegger.
Por esto lo que hay son sobras de un banquete que ya hemos disfrutado y digerido, así que quien espere más ya puede quedarse en casa. De lo contrario, aquel que quiera rememorar todo lo que el personaje del Predator ha dejado para la historia del cine, va a disfrutar de lo lindo con este dignísimo epílogo de una saga muerta.