Negro -«negrísimo»- sobre blanco

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     Puede decirse que Dashiell Hammett fue «cocinero antes que fraile». Algunos años trabajando para la prestigiosa Agencia de Detectives Pinkerton le dieron el material y la experiencia necesarios para desarrollar una de las trayectorias literarias más personales y valiosas del siglo pasado. Evidentemente Hammett tenía otra cosa imprescindible para escribir bien: talento.

    Negro -"negrísimo"- sobre blanco 3 Considerado uno de los pioneros de la «novela negra» ( o novela policiaca -o policial, como dicen allende los mares-), este autor norteamericano, nacido en Maryland, nos ofrece en sus páginas todos aquellos elementos que, a partir de entonces, van a menudear en cualquier relato que prentenda adscribirse a este género, muchas veces tachado, injustamente, de «género menor»: un paisaje urbano descarnado y hostil; unos personajes desalmados -todos, incluidos los defensores de la ley y el orden-; una violencia exacerbada y descrita sin ahorrarse ningún tipo de detalles; un estilo cortante -frases breves, descripciones «asépticas», abundancia de diálogos-; y un vivísimo ritmo narrativo.

     Cosecha Roja, La Llave de CristalEl Halcón Maltés, son algunas de las novelas que le dieron merecida fama. Cualquiera de ellas es altamente recomendable. Sin embargo, para aquellos que aún no hayan descubierto a Hammett, les sugiero la lectura de una compilación de relatos protagonizados por el personaje que da título al  libro: El Agente de la Continental.

     Este detective (cuyo nombre no se nos da a conocer en ningún momento), dista mucho de ser un héroe «al uso». Gordo y no muy bien parecido, violento, cínico y misógino,  persigue una única meta: atrapar a los infractores de la ley y conseguir que los «enchironen» -y, en algún caso, que los ahorquen-. Y si las anteriores son las características que «adornan» al protagonista de estos relatos -que, no se olviden, trabaja siempre del lado de la ley-, imagínense ustedes la calaña de los que se deslizan por el escabroso mundo de la delincuencia.

     Reconozco que el argumento puede resultar, con frecuencia, enrevesado -a veces hasta el paroxismo casi- pero, no se preocupen, el argumento aquí es lo de menos. Lo de más, la descripción de ambientes y personajes, la «atmósfera» lograda  con una narración aparentemente simple -pero tan difícil de conseguir-.

     Sí señor, el mundo del «hampa» en estado puro y duro.  Robos, asesinatos, tráfico de alcohol -Hammet escribió casi toda su obra durante la vigencia de la «Ley Seca»-, tipos violentísimos (casi sádicos) -como el Menda, que da nombre a uno de los mejores relatos del libro-, otros más refinados -como «el chino» de » La casa de la calle Turk» o «el francés» compinche de «el menda»-, soplones deleznables -como Grout «el gordo» de «La muchacha de los ojos de plata»-, y, por supuesto, mujeres fatales, capaces de llevar a la perdición al más pintado con tal de satisfacer sus más fútiles caprichos – el Agente define a una de esas «muñecas» tal que así: «Era tan bella como Lucifer. Y dos veces más peligrosa.» En esta «selva» se sumerge y con estos tipos se enfrenta nuestro detective que no duda en utilizar métodos, digamos, «poco ortodoxos» para salir siempre airoso de los trances más complicados.

     Ya saben, si quieren pasar un buen rato y, lo más importante, si quieren disfrutar de buena literatura, dénse un paseo por las calles de San Francisco (años veinte) de la mano de este fino diseccionador de las zonas más oscuras del alma humana – Por cierto, también puede arrancarles de vez en cuando una sonrisa. Si no, miren como describe a uno de los policías que aparecen en el relato titulado «La Muerte de Main»: » Begg era un peso pesado con la cara plagada de pecas, tan afable como un cachorro de San Bernardo, pero menos inteligente»-.