Marta Corella, ingeniera forestal y directora de Bioeconomía en COPADE, ha señalado la problemática del crecimiento silente de los bosques en España. Aunque estos cubren más de la mitad del territorio nacional, su crecimiento suele realizarse sin un manejo adecuado, lo que plantea un futuro incierto para estas áreas vitales.
Globalmente, entre 1990 y 2020, se perdió más de 420 millones de hectáreas de bosque, una superficie comparable a la de toda la Unión Europea. Esta alarmante cifra, proporcionada por la FAO, suscita preguntas sobre el papel de nuestros hábitos de consumo en esta devastación.
Un estudio de la Comisión Europea indica que solo el 8% de la deforestación mundial se debe al mercado de la madera, mientras que productos como el aceite de palma, la soja, el cacao y el café están detrás de la pérdida de vastas áreas forestales. Estas realidades son más cercanas de lo que se podría pensar, pues afectan directamente el chocolate que consumimos, los muebles que compramos y el café que disfrutamos cada mañana. La deforestación se revela como un problema ambiental interconectado con nuestros patrones de producción, comercio y consumo.
A pesar de que España posee más del 56% de su territorio cubierto de bosques, es el segundo país con mayor superficie forestal de la UE, su aprovechamiento es sorprendentemente bajo, con solo un tercio de la madera disponible en uso, según el Plan Forestal Español 2022–2032. Esto implica una dependencia de las importaciones de países donde la tala se realiza sin control, lo que causa una grave destrucción de ecosistemas y pérdida de biodiversidad. Al mismo tiempo, se empobrecen las comunidades rurales vinculadas a estos bosques, impulsándolas hacia la migración a las ciudades.
En este contexto, se ha introducido la nueva normativa europea EUDR (Reglamento de Productos Libres de Deforestación), destinada a cortar la conexión entre el mercado europeo y la deforestación global. Este reglamento demanda a las empresas asegurar la trazabilidad y el origen sostenible de las materias primas que llegan a Europa. No obstante, Corella advierte que la ley por sí sola no es suficiente, siendo necesaria una mayor conciencia social, compromiso empresarial y voluntad política.
Surge así la iniciativa «Bosques Vivos», impulsada por COPADE con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Su propósito es promover la conservación de los bosques y combatir la deforestación, alineándose con la normativa EUDR, y fomentando un consumo responsable y trazabilidad en los productos.
Coincidiendo con la presentación de esta acción durante Biocultura Madrid 2025, se llevarán a cabo diversas actividades participativas, incluyendo la performance «El Bosque Desaparece» y demostraciones de oficios forestales, para fomentar la reflexión sobre la conexión entre nuestros hábitos de consumo y la salud de los bosques.
Desde COPADE se enfatiza que la deforestación no es un destino inevitable resultado de procesos incontrolables, sino una consecuencia de nuestras decisiones colectivas. Además, esta situación se presenta como una oportunidad para repensar nuestras prácticas de producción y consumo. Corella concluye que cuidar de los bosques es cuidar del futuro, destacando que cada decisión de consumo influye en el destino de los montes y de todas las comunidades que dependen de ellos.



