Los gorriones, aves que históricamente han pasado desapercibidas ante la admiración que despiertan especies más grandes y majestuosas, cuentan con una notable presencia en la Sierra Norte de Guadalajara. Esta región alberga cuatro especies pertenecientes a la familia «Passeridae», en un entorno idóneo donde sus poblaciones se mantienen saludables, a diferencia de las grandes ciudades donde han sufrido un notable descenso.
El gorrión común (Passer domesticus) es quizás el más conocido y forma parte del paisaje cotidiano en pueblos y campos. Su familiaridad con los seres humanos lo ha llevado a anidar en huecos y grietas de edificios, aunque su presencia en las áreas urbanas ha disminuido debido a factores como la contaminación y la escasez de alimentos adecuados. En contraste, las comunidades de gorriones en la Sierra Norte se ven menos afectadas por estos problemas, lo que les permite prosperar.
Los machos del gorrión común se distinguen fácilmente por sus colores vivos, con una cabeza marrón y plumas negras en el cuello, mientras que las hembras presentan un plumaje más apagado que les ayuda a camuflarse de posibles depredadores. Sin embargo, los entusiastas de la ornitología en la región también pueden encontrar otras tres especies de gorriones: el gorrión moruno (Passer hispaniolensis), el gorrión molinero (Passer montanus) y el gorrión chillón (Petronia petronia).
El gorrión moruno, que ha aumentado su presencia en la Sierra en las últimas décadas, forma grandes colonias y se distingue por su capirote marrón y un mayor número de plumas negras en el pecho. Por otro lado, el gorrión molinero, de menor tamaño, se caracteriza por la ausencia de dimorfismo sexual, lo que complica su identificación. El gorrión chillón, el más grande de los cuatro, tiene un plumaje discreto y una mancha amarilla característica en la garganta, y suele estar asociado a terrenos rocosos, aunque también es común en zonas urbanas.
Todos estos gorriones comparten un tamaño pequeño, pesando entre 20 y 40 gramos, y su alimentación es omnívora, jugando un papel importante en el control de insectos durante el verano. La gran capacidad de adaptación de estas aves, junto con su relevancia ecológica, subraya la necesidad de preservar su hábitat y la biodiversidad de la Sierra Norte.
Desde ADEL Sierra Norte se hace un esfuerzo por divulgar los valores naturales de esta rica región, fomentando el respeto y las buenas prácticas en el medio. La observación y estudio de estas aves, que a menudo son pasadas por alto, revelan la riqueza de un entorno que merece ser conocido y protegido.