El panorama del liderazgo ejecutivo se encuentra en una encrucijada, donde las empresas ya no se conforman con seleccionar a un CEO que solo posea una extensa experiencia en su sector o que esté enfocado en maximizar resultados inmediatos. Las organizaciones actuales requieren líderes capaces de adaptarse a un ambiente de incertidumbre constante, conducir transformaciones organizativas en evolución continua y equilibrar la interrelación entre tecnología, personas y estrategia en un contexto cada vez más complejo.
Los retos del presente son evidentes. Un informe del World Economic Forum anticipa que cerca del 40% de las habilidades esenciales actualmente en el mercado cambiarán antes de 2030, lo que obligará a las empresas a reevaluar no solo sus estructuras internas, sino también el tipo de liderazgo que requieren. Reflejando esta necesidad de cambio, casi el 60% de los CEO, según la última encuesta de PwC, se muestran optimistas respecto a un futuro crecimiento económico, siempre que sus organizaciones mantengan una capacidad de transformación sostenida.
De acuerdo con Catenon, una firma especializada en búsqueda de alta dirección, el liderazgo tradicional ha dejado de ser suficiente. En su experiencia, han identificado diez cualidades que definirán al CEO líder en 2026, las cuales emergen como esenciales en el proceso de selección actual.
En primer lugar, se destaca la visión a largo plazo, junto con una habilidad para tomar decisiones estratégicas, incluso en circunstancias donde la información es incompleta y el entorno es volátil. Además, las empresas están adoptando un enfoque de transformación continua, un proceso que requiere liderazgo comprometido y capaz de mantener el ritmo durante periodos prolongados.
El talento humano se convierte en otro pilar fundamental del liderazgo moderno. La escasez de profesionales cualificados implica que los CEOs deben participar activamente en el desarrollo de sus equipos, asegurando la alineación entre personas, cultura y objetivos empresariales. En este contexto, la comprensión de la tecnología, especialmente en relación con la inteligencia artificial y la digitalización, se vuelve crucial. Los líderes deben ser capaces de guiar la adopción de nuevas tecnologías de manera informada y estratégica.
El liderazgo humano también se consolida como una cualidad diferenciadora; la claridad en la comunicación, la construcción de confianza y el acompañamiento a las personas durante etapas de cambio son competencias cada vez más valoradas. Además, la resiliencia organizativa se contempla como la capacidad de llevar a las empresas a adaptarse sin perder su cohesión ni su enfoque estratégico.
En la actualidad, la sostenibilidad emerge como un tema central, exigiendo que los líderes integren criterios medioambientales y sociales en su toma de decisiones. Asimismo, la gestión del cambio cultural se convierte en un área crítica donde el CEO debe actuar con coherencia y cercanía, guiando a la organización a través de los desafíos que la automatización y la redefinición de roles presentan.
La habilidad de equilibrar ambición y prudencia es también esencial, ya que mientras el entorno sugiere oportunidades de crecimiento, los riesgos estructurales permanecen latentes. Por último, la mentalidad global unida a una ejecución local requiere que los líderes sean capaces de adaptarse a contextos específicos mientras mantienen una visión general internacional.
Catenon concluye que el perfil de CEO que se busca hoy es uno que combina visión, criterio y capacidad para escuchar. En un contexto de incertidumbre prolongada, la autoridad y el control como bases del liderazgo están perdiendo relevancia, cediendo espacio a líderes que puedan generar consenso y movilizar a sus organizaciones hacia adelante.
