La atmósfera terrestre está experimentando un aumento significativo en su capacidad para absorber humedad, actuando como una «esponja invisible» que se seca más rápidamente de lo que puede reponerse. Esta es una de las conclusiones destacadas en un estudio internacional reciente publicado en la revista Nature, en el que ha participado un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La investigación muestra que la demanda evaporativa, es decir, la habilidad de la atmósfera para absorber agua en forma de vapor, ha incrementado en un 40 % la gravedad de las sequías en todo el mundo en los últimos años. En este contexto, se ha observado un aumento del 74 % en la superficie de tierras afectadas por sequías más severas en los últimos cinco años, lo que se atribuye en gran parte a este aumento en la demanda de humedad.
Según los investigadores, este fenómeno tiene relación directa con el calentamiento global. «A medida que el planeta se calienta por el cambio climático, la demanda evaporativa atmosférica aumenta, lo que intensifica las sequías, incluso en regiones que tradicionalmente son húmedas», explica Sergio Vicente, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología y coautor del estudio. Vicente destaca que el incremento en la severidad de las sequías en estas regiones no se debe a una menor cantidad de lluvias, sino a la mayor demanda de agua por parte de la atmósfera.
Hasta ahora, aunque se comprendía la importancia del factor atmosférico en la sequía, no se había evaluado su impacto a nivel global utilizando datos concretos. Este estudio ha empleado datos climáticos de alta resolución que abarcan más de un siglo, aplicando métodos avanzados para rastrear el aumento de la demanda y la deterioración de las sequías.
Los autores del estudio subrayan la necesidad de incluir la demanda evaporativa en el monitoreo de sequías, en lugar de depender exclusivamente de los datos de precipitación. Este enfoque, según ellos, es crucial para gestionar adecuadamente los riesgos relacionados con la agricultura, los recursos hídricos, la energía y la salud pública en un contexto de cambio climático. Con el aumento proyectado de las temperaturas, se prevé que este impacto se intensifique en las próximas décadas.
Solomon H. Gebrechorkos, primer autor del estudio, señala el reto de medir cuán «sedienta» está la atmósfera a lo largo del tiempo. Enfatiza la urgencia de desarrollar estrategias de adaptación socioeconómica y ambiental, así como mejorar los sistemas de alerta temprana y gestión de riesgos en regiones que ya enfrentan dificultades ante sequías severas. Aunque el camino para llegar a estas conclusiones ha sido largo y complicado, los resultados obtenidos son considerados fundamentales para la comprensión del fenómeno.
Fuente: Agencia Sinc