En la actualidad, el diseño de los espacios educativos enfrenta un cuestionamiento profundo. A medida que las metodologías de enseñanza evolucionan hacia enfoques más dinámicos, interactivos y personalizados, muchas aulas siguen atrapadas en un modelo anticuado, caracterizado por entornos rígidos y homogéneos que no responden a las necesidades contemporáneas de aprendizaje.
La neuroarquitectura surge como una solución que combina los conocimientos de la neurociencia con el diseño arquitectónico para crear ambientes que favorezcan el bienestar y el aprendizaje. Esta disciplina estudia cómo los espacios afectan el cerebro y, por ende, la experiencia educativa. A través de esta perspectiva, se busca desarrollar entornos que impulsen el aprendizaje activo y la interacción social.
Normagrup ha publicado recientemente la «Guía de iluminación para espacios educativos», una herramienta que ofrece un marco para abordar la iluminación en estos espacios, no solo desde un enfoque funcional, sino también contemplando estrategias lumínicas que promuevan la inclusión y el enriquecimiento del entorno.
La iluminación juega un papel fundamental en el proceso cognitivo, influyendo en el estado emocional de los estudiantes. Investigaciones muestran que una correcta elección del nivel de luz y la temperatura de color puede fomentar la curiosidad, la calma y la colaboración. Sin embargo, una exposición continua a altos niveles de luz fría puede provocar sobrecarga sensorial, afectando la atención y provocando estrés. Por lo tanto, es crucial implementar una estrategia de iluminación que mejore la habitabilidad de las aulas.
Para optimizar los diferentes entornos educativos, es recomendable diversificar la iluminación según las actividades que se desarrollen en cada espacio. Por ejemplo, se sugiere el uso de luz neutra y difusa en talleres, iluminación cálida e indirecta en zonas de lectura y auditorios, y juegos de acentuación en áreas expositivas.
Además, Normagrup enfatiza la importancia de una iluminación que cuide de las personas, incorporando criterios que aseguren altos niveles de confort visual y protección frente a los riesgos fotobiológicos. Esto incluye la reducción del deslumbramiento, el uso de soluciones que eviten el parpadeo de la luz, y la aplicación de normativas que protejan la salud visual de los estudiantes, especialmente los más jóvenes.
En el contexto de la biofilia, se apuesta por maximizar la luz natural y optimizar su interacción con la iluminación artificial. Esto implica el uso de tecnologías que regulen la intensidad y temperatura de la luz, imitando ritmos solares naturales y favoreciendo la sincronización biológica de los usuarios.
Por último, la iluminación de emergencia es un aspecto fundamental en el diseño de entornos educativos. Normagrup se compromete a integrar este tipo de alumbrado con atención al detalle, garantizando la seguridad y correcta evacuación en situaciones críticas.
La directora de estrategia de Normagrup, Raquel Quevedo, resalta cómo la iluminación no solo enriquece la experiencia educativa, sino que también fomenta la autonomía y el bienestar de los estudiantes. Asegura que una planificación lumínica adecuada requiere una visión profesional que equilibre estimulación y confort, así como flexibilidad y eficiencia, permitiendo que los espacios respondan a las demandas cambiantes del aprendizaje contemporáneo.
