En el tercer trimestre de 2025, el 49,3% de la electricidad neta generada en la Unión Europea provino de fuentes de energía renovables, marcando un aumento del 3,8% en comparación con el 47,5% registrado en el mismo período de 2024. Este crecimiento resalta un avance significativo en la transición hacia fuentes de energía más sostenibles, una tendencia que ha cobrado impulso en los últimos años.
Dinamarca lidera la clasificación de los países de la UE con un impresionante 95,9% de su electricidad proveniente de renovables. Austria le sigue de cerca con un 93,3% y Estonia, que alcanza un 85,6%. En el extremo opuesto de la escala, Malta presenta la menor proporción de energías limpias, con un 16,6%, seguida por la República Checa (19,7%) y Eslovaquia (21,1%). Estos datos reflejan las disparidades en la adopción de energías renovables entre los países miembros.
Un total de 21 países de la UE registraron un aumento en la proporción de energías renovables en la generación de electricidad durante el tercer trimestre de 2025. Las cifras más destacadas corresponden a Estonia, que experimentó un incremento de 20,6 puntos porcentuales, seguida por Letonia con un incremento de 18,9 pp y Austria con un aumento de 16,3 pp. Estos avances son testimonios de las políticas energéticas y las inversiones en infraestructura que están ayudando a los países a hacer la transición hacia un modelo más sostenible.
En términos de la composición de la electricidad generada a partir de fuentes renovables, la energía solar ocupa la primera posición con un 38,3% del total. Le siguen la energía eólica con un 30,7% y la energía hidroeléctrica con un 23,3%. Además, los combustibles renovables alcanzan un 7,2%, mientras que la energía geotérmica representa un modesto 0,5%. Este desglose indica una diversificación en la matriz energética, a medida que la UE continúa buscando maneras de asegurar un suministro energético eficiente y respetuoso con el medio ambiente.
Este crecimiento en la producción de electricidad a partir de fuentes renovables es un indicio positivo de los esfuerzos colectivos realizados por los países de la Unión Europea para combatir el cambio climático y avanzar hacia un futuro energético más limpio y sostenible. Los próximos años serán cruciales para consolidar estos avances y alcanzar los ambiciosos objetivos de reducción de emisiones y aumento de la capacidad de generación renovable establecidos en las políticas europeas.





