La ecografía de la semana 20, conocida como ecografía morfológica, se perfila como un momento crucial en el seguimiento del embarazo. Realizada entre las semanas 18 y 22 de gestación, esta prueba permite a los médicos evaluar detalladamente la anatomía fetal, el desarrollo de los órganos y detectar posibles malformaciones. «Es una de las pocas ecografías que no puede faltar en el control de una gestación», afirma Santiago Novoa, ginecólogo de Policlínica Gipuzkoa.
La importancia de esta ecografía radica en su capacidad para identificar entre el 60% de las malformaciones estructurales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su efectividad depende de diversos factores, como la posición del feto, la experiencia del profesional, y la calidad del equipo utilizado. Novoa explica que a las 20 semanas, el feto ya tiene un tamaño adecuado y los principales órganos están formados, lo que facilita la obtención de imágenes claras.
En España, se estima que entre el 3% y el 7% de los recién nacidos presentan algún tipo de malformación congénita. La ecografía morfológica no solo ayuda a confirmar el desarrollo normal del embarazo, sino que también permite detectar señales de alerta. Durante el examen, se analizan diversas partes del cuerpo del bebé, como el cerebro, el corazón, y los riñones, así como la posición de la placenta y la cantidad de líquido amniótico, elementos fundamentales para la salud fetal.
Aunque la prueba es extremadamente valiosa, Novoa advierte que no todas las anomalías pueden ser detectadas y que algunos problemas pueden no ser visibles en esta fase del embarazo. La ecografía normal proporciona tranquilidad, pero no asegura la ausencia de patologías.
La experiencia de la ecografía también es emocional para los futuros padres, quienes tienen la oportunidad de ver a su bebé en detalle y escuchar su corazón. «Es un momento que marca, que les acompaña en su viaje hacia la paternidad», comenta el ginecólogo. En Policlínica Gipuzkoa, se prioriza no solo la precisión médica, sino también el apoyo humano y emocional durante este proceso.
Asimismo, para garantizar la correcta realización de la ecografía, se requiere de equipos de alta gama y profesionales especializados. «Cumplimos con los estándares más exigentes, disponiendo de tecnología puntera y expertos acreditados», asegura Novoa. También es vital dedicar el tiempo necesario para llevar a cabo el examen, el cual puede durar entre 45 y 60 minutos, ya que en ocasiones es necesario repetirlo si no se consiguen las imágenes requeridas en la primera sesión.
Sin embargo, existen obstáculos que pueden dificultar la realización de la ecografía. Factores como el sobrepeso materno, la escasez de líquido amniótico, o la posición del feto pueden limitar la obtención de imágenes nítidas y completas. En este sentido, Novoa enfatiza la importancia de un enfoque calmado y meticuloso durante la prueba.
La ecografía de la semana 20 representa una combinación de rigor médico y un momento de conexión emocional para las familias. En definitiva, es una herramienta fundamental para el cribado prenatal, que no solo informa sobre la salud del feto, sino que también brinda a los padres el tiempo y el espacio para prepararse para la llegada de su hijo.