Fracturas Vertebrales por Osteoporosis: Un Diagnóstico a Tiempo es Fundamental

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Dr. Gastón Camino, traumatólogo de Policlínica Gipuzkoa: "Muchas fracturas vertebrales por osteoporosis están sin diagnosticar o tardamos demasiado"

Las fracturas vertebrales por osteoporosis se han convertido en un problema creciente de salud, especialmente entre las mujeres mayores de 50 años. Este tipo de lesiones, que suelen ser resultado de un deterioro de la masa ósea, son a menudo silenciosas y se detectan solo tras la aparición de una fractura. Gastón Camino, traumatólogo experto en columna de Policlínica Gipuzkoa, resalta la importancia de la detección y el tratamiento precoz para combatir esta dolencia que afecta notablemente la calidad de vida de los pacientes.

De acuerdo con el estudio ‘OsteoSER’ de la Sociedad Española de Reumatología, el 10,7% de las personas mayores de 50 años sufren osteoporosis, y las cifras son más alarmantes en mujeres, con una prevalencia del 18,6% frente al 2,6% en hombres. Según Camino, la osteoporosis causa un deterioro progresivo de la calidad y cantidad de la masa ósea, aumentando considerablemente el riesgo de fracturas graves en momentos de mínima actividad.

Las fracturas vertebrales son las más frecuentes en este contexto, pero también es común encontrarse con fracturas de cadera y muñeca. Lo alarmante es que a menudo estas fracturas suceden sin síntomas previos, lo que puede llevar a un largo periodo de inactividad y sufrimiento para el afectado. Los factores de riesgo incluyen la edad avanzada, el estado postmenopáusico y déficits nutricionales como la falta de vitamina D.

El perfil más habitual de los pacientes que sufren fracturas vertebrales por osteoporosis son mujeres mayores de 50 años que experimentan un dolor agudo tras un esfuerzo leve o sin causa aparente. Esta enfermedad, frecuentemente infradiagnosticada, suele ser identificada solo después de que se produce la primera fractura.

Camel aclara que las fracturas vertebrales por osteoporosis no derivan de traumas importantes, sino que ocurren debido a un colapso de la vértebra, que puede ser ocasionado incluso por actividades de rutina, como levantar un objeto moderado o un estornudo fuerte. Para el diagnóstico, la herramienta principal es la radiografía simple, aunque en casos de duda se puede recurrir a la resonancia magnética.

El tratamiento para estas lesiones suele ser conservador, con un enfoque en el reposo, control del dolor y vigilancia médica. Sin embargo, en ciertos casos donde el dolor no se puede controlar adecuadamente, se consideran intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas, como la vertebroplastia o la cifoplastia. Ambos procedimientos buscan estabilizar la vértebra afectada mediante la introducción de cemento quirúrgico, aunque la cifoplastia incluye un paso adicional para restaurar la altura de la vértebra.

Una vez tratada la fractura, es esencial abordar la osteoporosis subyacente para prevenir futuras fracturas. Un enfoque proactivo incluye la realización de densitometrías y análisis de sangre para evaluar la salud ósea y los niveles de vitamina D. La detección temprana y el tratamiento de esta enfermedad son clave para evitar las graves consecuencias de las fracturas vertebrales, que pueden limitar la autonomía y calidad de vida de quienes las padecen. La osteoporosis es una enfermedad silenciosa, pero con el manejo adecuado, se pueden prevenir y tratar sus efectos devastadores.