Con la llegada de la temporada alta de vacaciones, el riesgo de traer chinches de cama en la maleta se vuelve un tema de creciente preocupación para los viajeros. Expertos en control de plagas, como los de Rentokil Initial, advierten que una infestación puede iniciarse con apenas una hembra fecundada. Estas diminutas criaturas, que miden entre 4 y 7 milímetros, son particularmente escurridizas y tienen una notable habilidad para esconderse en costuras, grietas y pliegues, incluyendo el equipaje.
Las chinches son insectos nocturnos que se alimentan de sangre humana, y aunque no vuelan ni saltan, pueden ser transportadas a casa dentro de las maletas. Para detectar su presencia tras un viaje, Jacinto Díez, director de comunicación de Rentokil Initial, aconseja estar atentos a pequeñas manchas de sangre en sábanas, almohadas o colchones, así como a restos de pieles secas que son, en realidad, mudas del insecto.
Para evitar llevar chinches, se recomiendan una serie de chequeos al llegar a un hotel o apartamento turístico. Es conveniente dejar las maletas en el baño antes de acomodarlas en el dormitorio, revisar minuciosamente la ropa de cama y las costuras del colchón, así como inspeccionar los cabeceros y muebles cercanos. Al volver a casa, se sugiere llevar la maleta al baño o la terraza en lugar de sobre la cama o el sofá, rociar el equipaje con insecticida doméstico si se sospecha de una infestación y lavar la ropa a una temperatura de 60º cuando sea posible.
Durante los días posteriores al viaje, es importante estar alerta a signos de picaduras que, debido a un anestésico que inyectan las chinches, pueden pasar desapercibidas al principio. Estas picaduras suelen aparecer como ronchas rojas y, a menudo, son agrupadas en áreas expuestas durante el sueño.
Si se detectan chinches, lo más recomendable es contactar a una empresa especializada que realice una inspección exhaustiva. Esta plaga ha ido en aumento en los últimos años, influenciada por la globalización y el cambio climático, más que por cuestiones de higiene. Los tratamientos térmicos modernos son efectivos y suelen requerir solo una aplicación, evitando el uso de químicos.