El envejecimiento facial es un proceso gradual que varía en su manifestación a lo largo de las décadas. La Dra. Silvia Rosón, especialista en Cirugía Maxilofacial y Estética Facial, destaca la importancia de abordar el rejuvenecimiento facial desde una perspectiva médica y responsable, considerando las necesidades y características de cada paciente según su edad.
A medida que las personas avanzan en edad, los cambios en la piel, la grasa, los músculos y los huesos se presentan de manera distinta. Esta realidad ha llevado a una creciente normalización de la medicina estética, vinculada a un aumento en la demanda de tratamientos faciales preventivos y de rejuvenecimiento. Sin embargo, esta tendencia también ha traído consigo el riesgo de intervenciones realizadas fuera de los marcos médicos regulados, poniendo en jeopardía tanto la seguridad del paciente como la calidad de los resultados obtenidos.
La Dra. Rosón enfatiza la necesidad de acudir a profesionales cualificados que puedan realizar una evaluación individualizada de cada caso. «El mejor tratamiento no es el más intenso, sino el que mejor se adapta a la anatomía, la edad y el estilo de vida de cada paciente», afirma. Su enfoque, definido como «naturalidad inteligente», se basa en una evaluación rigurosa que permite prevenir, tratar y evitar intervenciones desproporcionadas.
Para orientar a los pacientes, la especialista proporciona pautas sobre el rejuvenecimiento facial según las diferentes etapas de la vida. A los 20 años, el objetivo debe ser preservar la calidad de la piel y evitar el fotoenvejecimiento a través de tratamientos como la regulación del sebo y la educación en fotoprotección. Ya en los 30, surgen las primeras arrugas de expresión, y se recomienda combinar prevención y corrección sutil para mantener una apariencia luminosa.
A los 40 años, ante el descenso de los compartimentos grasos y la pérdida de definición en la mandíbula, se sugiere un enfoque más integral que preserve la estructura original del rostro. Para las personas de 50 años en adelante, la flacidez se convierte en un mayor desafío. En estos casos, la combinación de tratamientos médicos y cirugía estética resulta ser el enfoque más eficaz para lograr resultados naturales.
La Dra. Rosón aclara que, si bien la clasificación por décadas puede ayudar a identificar necesidades, cada paciente presenta un envejecimiento único. «El diagnóstico individualizado es clave para determinar el tratamiento adecuado, y eso solo puede lograrse con la atención de un profesional», concluye. De este modo, el objetivo es facilitar que cada persona reconozca su rostro con un aspecto más descansado y armónico, acorde a cómo se siente.


