El análisis estructuralista. 3. Los indicios

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Al contrario que las funciones, que se refieren a acciones o sucesos que encauzan la narración hacia su desenlace (núcleos) o simplemente la hacen avanzar (catálisis), los indicios, segunda gran categoría de unidades narrativas establecida por Roland Barthes en el análisis estructuralista, proporcionan al lector los datos necesarios para contextualizar y comprender los hechos narrados. A su vez, pueden ser informantes o indicios propiamente dichos.

Los informantes son datos concretos, objetivos, que resultan imprescindibles para la comprensión de las acciones del relato.  Aparecen como simples detalles pero son fundamentales a la hora de dar autenticidad a la narración.

Imaginemos que: el chico se llama Arturo, es rubio, tiene 27 años y pertenece a una familia en buena posición social y económica. Y que: la chica se llama Elisa, es pelirroja,  trabaja como recepcionista en la consulta de un dentista y vive en el extrarradio.

A partir de este momento, los personajes genéricos ―el protagonista, la chica― se han convertido en alguien concreto, situado en un espacio y un tiempo determinado. Podemos visualizarlos,  localizarlos en un medio social, hasta esperar de ellos una determinada conducta.

El análisis estructuralista. 3. Los indicios 3

Los informantes sirven para sustraer a la historia del ámbito de lo abstracto y conferirle una apariencia de realidad.

Los indicios propiamente dichos, por su parte, nos hablan de las cualidades de la acción,  o de los agentes de la acción, de una forma no explícita. Se expresan a través de frases llenas de significados implícitos cuyo referente real, en una primera lectura, resulta imperceptible.

Supongamos que: vemos a Elisa arreglándose para salir;  después cierra la puerta de su casa y, ya en el ascensor, guarda las llaves en el bolso y le cuesta volver a cerrarlo porque aún no ha sacado el sobre grande que ha recogido esa mañana.  Su primera idea es volver a casa para dejarlo allí,  tiene miedo de que se le abra el bolso y se le caigan todas las cosas –incluyendo el sobre- delante del chico,  pero luego piensa «Da igual. Si lo ve, que piense lo que quiera. De todas formas, ya es demasiado tarde».

En un primer momento, no damos importancia al pensamiento de Elisa (aunque nos intrigará el contenido del sobre);  podría referirse a que Arturo la va a considerar desaliñada, o a pensar que está enferma, o que es una excéntrica. Pero si: después, en la cena, ella confiesa al chico que está embarazada de otro, nos damos cuenta de que ella está interesada en Arturo, pero que cree que «ya es demasiado tarde» para una relación entre los dos.

Los indicios propiamente dichos tienen siempre significados implícitos; remiten a algo abstracto, impreciso, como un carácter, un sentimiento, una atmósfera o una filosofía de vida.  Al contrario que los informantes que son datos puros, con un significado claro e inmediato, los indicios propiamente dichos conllevan una actividad de desciframiento que resulta muy útil para implicar al lector en la atmósfera de la historia.