En el ámbito de la longevidad, la existencia de personas que alcanzan los 116 años es un hecho asombroso. Jeanne Calment, la francesa que ostenta el récord de longevidad al vivir hasta los 122 años, parece haber abierto un camino fascinante que invita a la reflexión sobre la calidad y el estilo de vida en la vejez. La búsqueda de un enfoque más humano en la medicina se ha convertido en un desafío importante para los sistemas de salud, donde encontrar médicos comprometidos y humanistas resulta ser cada vez más fundamental.
El renombrado cardiólogo Manuel de la Peña Alonso-Araujo ha emprendido una ambiciosa travesía por España y el mundo, con el objetivo de conocer y estudiar a los 700.000 supercentenarios existentes en el planeta. Su labor le ha permitido recopilar un valioso legado de conocimientos sobre la longevidad, compartiendo las historias y secretos de aquellos que, como Jeanne Calment, han logrado vivir vidas plenas y longevas. Este esfuerzo se encuentra plasmado en su libro “Guía para vivir sanos 120 años”, donde se trata la importancia de las vivencias y las conexiones sociales en la vida de las personas mayores.
Acompañado por la actriz Loles León, quien ha trascendido como embajadora de la longevidad, De la Peña ha demostrado que la edad biológica de una persona se puede alterar con un estilo de vida saludable y activo. León, a sus 74 años, encarna un ejemplo de cómo la longevidad puede estar relacionada con una actitud positiva frente al envejecimiento. En eventos recientes, la pareja ha tratado de concienciar a la sociedad sobre la posibilidad de llegar a los 120 años en buena salud, logrando reunir a personalidades influyentes de la capital española para compartir este mensaje.
El doctor De la Peña ha resaltado la noción de que la edad es una mera barrera mental, desmitificando así las connotaciones negativas que a menudo se asocian con el envejecimiento. Un caso emblemático es el de Servando Palacín, de 109 años, quien se convirtió en el primero en recibir un marcapasos a esa edad, además de mantener una rutina de ejercicio diario. A su vez, otros supercentenarios, como Crescencia Galán y Engraciano, han compartido sus historias de superación y resistencia contra enfermedades serias a edades avanzadas.
Es importante también el enfoque del doctor sobre el lenguaje que se utiliza para referirse a las personas mayores. En su obra, aboga por sustituir términos despectivos como “anciano” o “viejo” por “persona longeva”, promoviendo un cambio cultural que genere respeto y dignidad hacia este colectivo.
De la Peña ha descubierto un verdadero yacimiento de supercentenarios que, curiosamente, desconocían la existencia de otros en su misma situación. Muchas de estas personas han encontrado en él no solo un médico, sino una fuente de conexión y de nuevas amistades, subrayando la importancia de la interacción social en la longevidad.
El Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, dirigido por De la Peña, ha emergido como un referente en el estudio de la longevidad, organizando encuentros que integran a científicos de renombre, políticos y expertos de diversas disciplinas con el fin de promover la investigación en este campo. Su trabajo busca no solo prolongar la vida, sino también mejorar la calidad de la misma, garantizando que cada persona longeva reciba la atención y el respeto que merece hasta el final de sus días.