De donde beben los autores: el origen de «Dune»

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Estoy, como quien dice, recién regresando de un corto viaje por tierras turcas: la costa mediterránea y la Capadocia. Una experiencia -literatura aparte- del todo recomendable.

La FremenYa en el primer día del viaje empecé por sentir una sensación extraña, una especie de deja vu de esa categoría de los inexplicables (supongo que de haber viajado a Turquía previamente lo recordaría con claridad). Me daba la impresión de que si lograba mirar cierto callejón o a algún lugareño de reojo, desde un cierto punto de vista y con un determinado ángulo de la luz lograría encontrarme con la explicación del porqué de esa familiaridad.

Ya en el tercer día del viaje todo se desveló ante mí de una forma inmediata, contundente: me encontraba en Dune, el planeta-desierto del libro homónimo de Frank Herbert. Frente a mí, al otro lado del objetivo de mi cámara se encontraba una auténtica Fremen. Ya sé que los más puristas me dirán que sus ojos no son «totalmente azules sin rastro de blanco» y los más detallistas incluso apuntarán que los Fremen eran de contextura delgada y no estaban «inflados de agua» como mi involuntaria modelo. Pero no dune-2.jpg me importa, el espíritu que me hablaba desde esta mujer era un espíritu Fremen.

En Turco agua se dice su, lo que me recordó en el grito de los vendedores de agua de Dune «soo soo sook» (según una referencia que encontré a posteriori el grito puede venir de «Su, soguk su» es decir: agua, agua fresca, que en turco para un angloparlante podría tener un sonido similar).

También la «especia», en el universo diseñado por Herbert para Dune es uno de los elementos de control del poder. Me resultaba inevitable pensar en cómo el Imperio Otomano había construido gran parte de su potencial económico y militar gracias al control de la ruta por la cual las especies llegaban a Europa desde el lejano Oriente.

Más adelante, con tan sólo un poco de fantasía veía aparecer ante mí gigantescos gusanos de arena en las caprichosas formaciones que la erosión esculpía en las rocas, que las erupciones volcánicas dejaron a todo lo largo y ancho de la Capadocia. Me gustaba imaginarme a mí mismo cabalgando una de esas monstruosas criaturas cuando caminaba, cámara en ristre, por las torturadas piedras.

Las ciudades subterráneas como Kaymakli, que construyeron los habitantes de Anatolia desde la época de los hititas no pueden sino recordarme los «sietch» que los Fremen construían para su protección y como hábitat social y religioso.

dune-3.jpgFinalmente el viaje llegó a su término. La última noche, en el vestíbulo del hotel jugaba una partida de backgammon (el juego nacional turco) mientras bebía la que es la compañía ideal para este entretenimiento: el Raki (que podríamos denominar la bebida nacional turca). En ese momento llegó a mi la última iluminación… Raki puede muy bien ser el nombre que inspiró el apelativo Fremen de Dune: Arrakis.

No me cabe la menor duda; de ahí fue que bebió Frank Herbert su inspiración. Yo, por si acaso, me he comprado un par de botellas…