Anriette Esterhuysen, defensora de los derechos humanos y pionera en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se reunió en abril de 2024 con David Greene en São Paulo, Brasil, durante el evento NetMundial+10. Esterhuysen, originaria de Sudáfrica, ha dedicado su vida a promover el acceso asequible a Internet y ha trabajado en iniciativas para construir capacidades en gobernanza de Internet en África, siendo una de las fundadoras de la African School on Internet Governance (AfriSIG).
AfriSIG, que se estableció en 2013 tras una propuesta de una joven nigeriana, tiene como objetivo fomentar el pensamiento crítico sobre la gobernanza de Internet y abordar las dinámicas de poder en este campo. Durante cinco días, el programa reúne a profesionales que trabajan en política de comunicaciones, creando un espacio seguro para discutir temas delicados como los derechos LGBTQ, la libertad de expresión en línea y la corrupción. Esterhuysen enfatiza que la interacción entre los participantes de diversos sectores, incluidas las organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, puede cambiar la forma en que se comprenden y perciben estos actores.
Esterhuysen reflexiona sobre su experiencia bajo el régimen del apartheid en Sudáfrica, donde la libertad de expresión era fundamental para la lucha contra la injusticia. Destaca que el silencio frente a la opresión no solo permite que la injusticia persista, sino que también ayuda a mantener la ignorancia en una sociedad. Por ello, considera que la libertad de expresión es esencial para el cambio social, un tema que ha guiado su carrera hacia la defensa de los derechos humanos y la justicia social a través de las TIC.
En relación con el papel de las plataformas digitales en la libertad de expresión, Esterhuysen sostiene que, aunque estas pueden contribuir a una mayor libertad de expresión, también pueden restringirla dependiendo de sus políticas de contenido. Critica la moderación desigual de contenido y la tolerancia al discurso de odio, instando a una regulación más responsable que no comprometa la libertad de expresión ni permita que los gobiernos abusen del marco legal existente para sofocar la disidencia.
Esterhuysen también destaca que, a pesar de que Sudáfrica cuenta con leyes contra el discurso de odio, es crucial que estas se implementen de manera que no limiten otras formas de expresión. Explica que el desafío de la intolerancia y el populismo en línea debe abordarse desde la raíz, mediante la educación y la promoción de los derechos humanos, en lugar de enfocarse únicamente en las plataformas digitales.
Finalmente, al reflexionar sobre qué significa ser un defensor de la libertad de expresión, Esterhuysen cita a Desmond Tutu como un héroe del libre discurso, destacando su valentía y su enfoque en desafiar la injusticia, así como su capacidad de inspirar a otros a luchar por un mundo más justo. A través de su trabajo, Esterhuysen continúa apostando por la importancia de un entorno donde se permita la diversidad de opiniones, y donde la crítica y la disidencia se vean como oportunidades para el crecimiento y el cambio hacia una sociedad más inclusiva y justa.
Fuente: EFF.org