Un reciente informe de la consultora Metyis ha expuesto los peligros sociales, económicos y energéticos que podrían surgir si se lleva a cabo el cierre previsto de la central nuclear de Almaraz en octubre de 2025. Este cierre, que marcaría el fin de más de 40 años de actividad, podría iniciar en noviembre de 2027 con el apagado de su Unidad I, y el cese total de operaciones se estima para 2028.
El informe destaca el papel crucial de Almaraz en el sistema eléctrico español, generando anualmente alrededor de 16.927 GWh, suficiente para abastecer a aproximadamente 4 millones de hogares y cubriendo más del 7% de la demanda eléctrica nacional. A lo largo de 71 páginas, se analizan los efectos de su cierre en tres áreas clave: la economía, el ámbito social y la energía.
Desde una perspectiva económica, se prevé que el cierre podría ocasionar pérdidas anuales de 829 millones de euros y una reducción de 435 millones en tasas y tributos. Además, la central contribuye con más del 5% del PIB regional. En el ámbito social, el cierre significaría la pérdida de 3.800 empleos directos y afectaría a unas 500 empresas de servicios que dependen de su funcionamiento.
En el plano energético, la desaparición de Almaraz generaría una mayor dependencia de fuentes externas y un impacto medioambiental considerable, dado que la central evita la emisión de más de 3 millones de toneladas de CO2 cada año. La consultora advierte que estas circunstancias podrían elevar los costes de generación eléctrica, repercutiendo en un incremento en las facturas para los consumidores.
La central se encuentra en el centro del debate, particularmente en un contexto donde el sistema eléctrico español ha evidenciado debilidades, tales como las recientes variaciones de tensión y el riesgo de apagones. Expertos de la Agencia Internacional de Energía han señalado la importancia de mantener en operación centrales como Almaraz para asegurar la estabilidad energética en el país.
En comparación con las tendencias globales, donde más de 400 reactores nucleares operan en 31 países, y la creciente apuesta por la energía nuclear en Europa por naciones como Francia y Reino Unido, el cierre de Almaraz podría alejar a España de estas dinámicas. Alemania, que previamente cerró sus reactores nucleares, ha comenzado un programa estatal para construir un reactor de fusión, lo que subraya la necesidad de revisar las decisiones energéticas en España.



