Cuesta de creer y es jodidamente raro, pero el caso es que el musical Nine tiene un problema: que es un musical.
Visto de forma fraccionada, Nine es un espectáculo maravilloso, enérgico, vistoso e intenso. No vamos a descubrir el gran talento de Rob Marshall a la hora de crear grandes y vistosas escenas, exuberantes por la combinación de luces, vestuario, coreografia y una siempre excelente construcción de planos.
En Nine también es así, cada videoclip integrado en el film es vibrante. Se nota que la totalidad del reparto se divierte y se entrega al máximo, y con éxito. Marion Cotillard es radiante, Judy Dench está enorme, Kate Hudson sale espectacular, Sophia Loren tiene una gran presencia, Penélope Cruz lo borda, Nicole Kidman luce a pesar de tanta cirugía, Fergie es simplemente estelar y Daniel Day-Lewis es lo que es, un actorazo.
Lo malo es que estos numeritos musicales, por buenos que sean, interrumpen cada 5 minutos una película estupenda hasta que le hacen perder en norte. Y es que Nine, la película sin videoclips, es tremendamente ingeniosa e interesante.
El desorden vital que vive Guido Contini (Daniel Day-Lewis) y como el séquito de mujeres que han pasado y/o forman parte de su vida le influyen es lo que interesa de la película. Su vida ha entrado en caída libre y es incapaz de reflotar su carrera con su nueva película, Italia, que supuestamente tiene que ser su obra magna y ni siquiera ha sido capaz de escribir una palabra del guión, a pesar de que tiene todo un equipo trabajando en ella y un país pendiente de su retorno.
Este proceso destructivo está tratado con gran sentido del humor e ironía, y hacen que Nine sea realmente brillante y divertida a pesar de lo decadente de su historia. Pero cada dos por tres la historia se para para que alguien se marque un bailoteo o se cante algo. Muchas gracias, muy bonito, pero yo quiero ver la película.
Por esto la sensación final es agridulce, porque Nine por partes es fantástica, pero falla como conjunto, no tiene unidad y el ritmo de la narración se corta con el ritmo de la música. En Chicago, por ejemplo, era diferente porque los números musicales sí que formaban parte de la historia y la hacían despampanante.
Sea como sea y a pesar del pequeño correctivo, creo que Nine es un grandioso espectáculo, los actores estan radiantes y, aunque no termine siendo una gran película, no deja de valer la pena.